Nací en los 80's en una ciudad (¿o pueblo?) de la costa alicantina, llamado Benidorm, un lugar que no deja indiferente a quien lo conoce. Por un lado, hay quien lo detesta por sus altos edificios y la sobreexplotación que se ha llevado a cabo en las últimas décadas. Por otro lado, hay quien lo ama, por ser el lugar de vacaciones por excelencia para mucha gente.  Yo puedo llegar a entender ambas posturas. Por lo que sé de mis abuelos, Benidorm era el paraíso terrenal antes de la construcción masiva de rascacielos, hoteles, etc... Me acuerdo muy bien que de niño presencié desde el balcón de casa de mi abuela como un pinar que se extendía hasta el horizonte desaparecía en llamas. Poco después construyeron un parque de atracciones enorme en el secarral que quedo. Yo también detesto eso. Pero Benidorm me parece un sitio bonito y la mayoría de la gente que vive allí lo cuida y lo quiere. Si lo conoces bien, como yo, sabes que tiene sus rincones, sus ventajas, y aprendes a llevar con filosofía el hecho de que haya turistas por todos lados a todas horas.

Así que yo crecí en Benidorm y pienso que es un buen lugar para aprender, hay mucha gente siempre y pocos nativos. Eso quiere decir que puedes pasar desapercibido para la mayoría de las personas, pero siempre conoces a alguien que te puede echar una mano si la necesitas. Cuando eres un niño o un adolescente, eso te da mucha libertad y seguridad al mismo tiempo. Además, para bien o para mal, Benidorm es una ciudad en la que hay de todo y puedes llegar a todos lados andando, sin depender de nada ni nadie. Allí viví, fui al colegio y al instituto, hasta que a los 16 años me puse a trabajar en el negocio familiar de mis padres, también estudié formación profesional y trabajé en la mecánica de vehículos. A los 21-22 años, tras la gran crisis financiera de 2008 me fui a trabajar a Nothingam, en el Reino Unido. Fue como una experiencia Erasmus es para los estudiantes, pero en mi caso limpiando váteres y repartiendo folletos en la calle en lugar de estar estudiando una carrera. En fin, una experiencia que me abrió los ojos en muchos sentidos.

Durante mi estancia en Nothingam, pude pensar mucho, encontrarme con mis ideas y descubrir una nueva perspectiva de como ver el mundo y vivirlo, además descubrí el poder de la ciencia cuando leí El Origen de las Especies de Charles Darwin. Tras ello, volví a Benidorm, un año después de irme, me puse a estudiar como loco mientras seguía trabajando, esta vez conduciendo un camión de mercancías, para acceder a la universidad y estudiar biotecnología. Cuando conseguí matricularme en el grado de biotecnología en València, a los 24 años, me mudé allí y viví muy felizmente mientras estudiaba, gracias el apoyo de mis padres y el dinero que había hecho durante mis años de trabajo. A partir de ahí quedé enganchado al estudio de la biología y el resto de mi camino biográfico a estado muy sesgado por ello. 

Para terminar, quiero resaltar la importancia que tuvo para mí el salir de mi zona de confort, Benidorm, e irme a lo desconocido, Nothingam (no me preguntes cómo acabé allí). La verdad es que la mayoría de la gente no entendía por qué me fui, ni yo tampoco sabía muy bien por qué, era muy joven y no me hacían falta razones. Confiaba en mí, al segundo día de llegar ya estaba trabajando y podía mantenerme (viví en un albergue varios meses). Creo que salí a buscarme a mí, y aunque no me encontré, volví sabiendo quién no soy. Salir de tu zona de confort es muy enriquecedor, aprendes mucho, te ves en situaciones que no habías considerado antes, y puedes hacer lo que quieras porque estás solo, nadie te juzga, pero tienes que mantenerte porque estás solo, te abre la mente. No guardo casi fotos de aquel año, pero me marcó la personalidad y el futuro. No hice turismo, pero me lo pasé de lujo, no conocí a nadie con quien siga manteniendo una relación, pero acabé conociéndome mejor a mí mismo.